
“Era de noche; una noche de verano, templada, llena de perfumes y de rumores apacibles, y con una luna blanca y serena, en mitad de un cielo azul, luminoso y transparente» (Gustavo Adolfo Becquer, Monte de las Animas).

“Manrique amaba la soledad…porque en su seno, dando rienda suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico” (Gustavo Adolfo Bécquer, Rayo de la Luna).