En las últimas cuatro semanas, mis estudiantes y yo hemos estado pensando mucho sobre la identidad y cómo definirnos como personas e individuos. El verano pasado visité el National Museum of American History en Washington, DC y allí vimos una exhibición pequeña sobre los objetos encontrados en el desierto del suroeste. Estos objetos fueron dejados (o perdidos) por los inmigrantes que estaban cruzando la frontera entre México y los Estados Unidos. Esta exhibición pequeña me hizo pensar en otra gente que ha tenido que huír de sus casas o por querer hacerlo (para buscar otras oportunidades) o por huír de la guerra, la violencia o los desastres naturales. Entonces, les pedí a mis estudiantes de considerar qué llevarían ellos si tuvieran que salir de sus casas a pie y rapidamente. Yo también consideré la misma situación. ¿Qué llevaría conmigo? Les dije a mis estudiantes de imaginar de poder «escapar» con otros seres queridos (parientes y animales domésticos) y de pensar sólo en objetos que podrían llevar facilmente o en una mochila o en una maleta pequeña. Les expliqué que, hace años, entraron unos ladrones en mi casa y llevaron cartas que me había escrito mi marido antes de casarnos, y fotos antiguas de mi madre y padre y abuelos cuando eran jóvenes, y dos anillos (que mis parientes llevaron consigo de Alemania en los 1850s) y todos los pendientes, collares y otros anillos (de poco valor monetario pero de mucho valor sentimental). Vaciaron los cajones de mi cómoda y me quitaron cosas que eran preciosas y que no puedo reemplazar. Esto pasó en 2011. Aún me hace triste recordarlo. Entonces, ¿qué llevaría? Llevaría los collares (inclusive el collar «corazón» inscrito «sii forte» regalado por unos ex-alumnos míos), los anillos nuevos (y el «antiguo» de turquesa regalado por mi tía madrina [se murió ella cuando yo tenía seis años] y llevaba ese anillo el día del robo), y los aretes nuevos que me dieron amigas queridas. Llevaría algunos álbumes de fotos (preferiría llevar discos versátiles digitales, pero no sé si tendría tiempo para descargar mis miles y miles de fotos antes de irme), mis dos pasaportes y los de la familia, mi oso de peluche Steiff (de Alemania…una conexión sentimental a mi familia materna), las dos colchas hechas de la ropa antigua de mis dos hijos, y los diarios de mi padre que se está muriendo de Alzheimer’s. Hace dos meses, mi padre entró en un hospital de cuidados paliativos y estoy agradecida tener estos dos libritos de sus memorias ahora que no se acuerda de nada. Éstas son las cosas con que me identifico en este momento porque todas tienen asociaciones importantes en cuanto la familia, la amistad, y el amor.